Un triángulo isósceles en el arte

Entrevista a Juan Burgos (Uruguay)
Artista Invitado LACABEZA 7

www.juanburgos.com.uy

Por Mario Suárez

En una composición triangular uno de los lados funciona como base; los otros dos, aspiran al infinito hasta encontrarse en uno de los vértices. La geometría no está tan lejana de la conciencia emocional. Ni el arte. Ya inspiró a Borges para La Biblioteca de Babel: "…A cada uno de los muros de cada hexágono corresponden cinco anaqueles; cada anaquel encierra treinta y dos libros de forma uniforme; cada libro es de cuatrocientas diez páginas…". Todo expresión artística se puede descomponer, hacer piezas, trizas; se puede numerar. ¿Acaso el collage no es una suma de decimales que ofrecen un entero?
Si analizamos desde un punto de vista geométrico, o matemático, la obra del artista Juan Burgos (Durazno, Uruguay, 1963) obtenemos una figura isósceles. Tres vértices: dos de ellos iguales, uno cercano al pop-art y otro al movimiento camp; y un tercero sosteniéndose sobre el collage (que a su vez podría dividirse en infinitas piezas…). Lo numérico vuelve a ser representado con el pincel, la pluma o el pegamento. Él así lo confiesa, "me obsesiona la simetría, lo esotérico y lo perverso". Todo es un círculo, no en vano los matemáticos y físicos de hace varios siglos eran considerados seres maléficos, brujos, cerebros corruptos por la sobreexplotada inteligencia.
Desglosemos el triángulo isósceles de Juan Burgos comenzando por la base: el collage.

¿Cuál es la evolución natural de esta técnica artística?

El collage es una investigación profunda sobre las posibilidades de remezcla de imágenes pre-existentes y que se encuentran a disposición a nuestro alrededor. Vivimos en un mundo que produce una infinita cantidad de imágenes impresas cada día. Lo digital parece aumentar y potenciar esas posibilidades, sin embargo yo creo que mis collages tienen un valor agregado al ser compuestos en forma manual. Recorto y pego en forma manual, como los surrealistas. Creo que la evolución natural del collage me extinguirá como a los dinosaurios.

[Juan Burgos con esta afirmación nos lanza a la basura el primer argumento. Él crea de manera emotiva, casi compulsiva. ¿Cuánto de matemático y racional hay en esta forma de trabajar?].
¿Entonces para ti el arte debe ser algo espontáneo, no pensado?

Me parece totalmente válido el hecho de empezar a crear sin una planificación, dejarse llevar por el impulso. Pero no todas las formas de arte admiten esta modalidad y no creo que todos los artistas sean capaces de trabajar de esta manera. De todos modos no creo que haya una fórmula para crear, cada uno toma el camino que mejor le convenga. En mi caso, cuando comienzo una obra hay un componente muy importante de espontaneidad, tengo una idea que no es muy precisa y que va tomando forma a medida que las piezas se van ensamblando. A veces fuerzo un poco las cosas para llevar el resultado hacia una idea. Pero cuando procedo al pegado no me dejo llevar por el impulso, es un trabajo de alta precisión y sumamente planificado.

[Respiramos aliviados. Nos confirma el proceso real de creación de una obra es algo técnico. No estamos equivocados en nuestro binomio: arte-matemáticas].
¿Y el camp? ¿Tiene algo de geométrico? Le lanzamos dos definiciones. Una primera –la original– que significa algo ostentoso y negativo; y una segunda –reformulado por Susan Sontag en 1964 – que define este concepto como algo más naïf y frívolo.

Me siento muy identificado con la descripción que hace Susan Sontag del camp. No lo veo como algo ostentoso y negativo, sino como una marcada tendencia a priorizar el estilo sobre el contenido, una obsesión por la estética y una forma de ver el mundo como un escenario de teatro donde todos hacemos "como si". Creo que se puede hacer una lectura muy camp de mi obra, sobre todo la del comienzo, sostenida más que nada por los aspectos estéticos, por el artificio y los guiños dirigidos a quienes como yo poseían un gusto muy urbano por lo chocante, lo exagerado, lo andrógino. Creo que después he tenido una evolución que me aleja un poco de esa sensibilidad. El contenido empezó a cobrar importancia y presencia. Empecé a interesarme cada vez más por temas que mi propia obra me fue revelando: el consumismo desenfrenado, la violencia, las ideologías duras. Digamos que mi obra es más política que al principio.

Y es así, la obra de Juan Burgos es sensorial, un puñetazo en la mandíbula del espectador. Pero todavía no nos ha echado por tierra nuestro argumento. Él habla de una obra con contenido, y el contenido debe tener continente. Esto, es física.
Dicen que tu obra podría ser heredera de El Bosco, por la aglomeración de personajes...

Para mí es un gran honor que alguien haga esa asociación, me fascina la obra de El Bosco desde que era un niño. Es verdad que hay puntos comunes, como la gran densidad de personajes y las situaciones surrealistas y macabras. También la intención un poco costumbrista de querer mostrar el momento histórico en que la obra fue concebida. No pienso en su obra ni me inspiro en ella al momento de crear, pero si lo hiciera sería para aumentar el nivel de exigencia en mi trabajo.

Vamos a por el tercer lado del triángulo isósceles llamado Juan Burgos: el pop art. ¿Morirá en algún momento esta corriente?

Creo que el enfoque pop en el arte llegó para quedarse. Aunque al igual que la música beat, el pop estaba sostenido en gran medida por el impacto que causó en su momento, por lo que significaba en el contexto en el que nació. Ahora podría decirse que sobrevive en sus hijos y sus nietos, que llevan su misma sangre, aunque se identifican más con otras modas. La influencia del pop se ve en todas partes, como estética y como discurso, aunque dejó de ser un niño rebelde y se convirtió en un adulto que dicta cátedra en la universidad y que tiene una casa cómoda en los suburbios. Su vigencia reside más bien en que el pop es un reflejo de la sociedad de consumo, de sus valores y de su vacuidad. Perdió la fuerza del impacto original, pero como concepto sigue vigente. El mundo del consumo es un tema que sigue generando muchas reflexiones en el arte, porque no deja de asombrarnos y de hacernos pensar en dónde diablos estamos metidos como sociedad.

Confirmado. El consumismo, esa acumulación de bienes de nuestra sociedad, es motivo aparente, inspiración y crítica que aparece en la obra de muchos artistas. La economía como objeto a representar sobre un lienzo. La conclusión: el arte también es algo numérico, y el de Juan Burgos es un triángulo isósceles que habita en lo profundo de la cultura urbana.

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